De la calle y las drogas a escolta del Estandarte Nacional
“Este es el diploma que dice que soy el primer escolta del estandarte de la ciudad y, este en cambio, es el diploma por haber alcanzado el segundo lugar en dibujo artístico; es que yo sí tengo algunas habilidades”, dice Jonatan Alvarado.
Su historia sería una más de un estudiante dedicado, a no ser por un “detalle”, Jonatan fue un niño de la calle y en su adolescencia un consumidor de droga. En el 2009 ingresó al Hogar de Vida 2, del Patronato Municipal San José y ésta aquí para contarnos su historia…
Mi papá y mi mamá tenían una vida de trago, me pegaban con un cabestro hecho trenza porque yo no quería ir a trabajar así que un día, simplemente hui. Tenía como unos 7 años, “trabajaba” en el terminal de Quitumbe, con gente grande, ellos arranchaban celulares y carteras y corrían hasta entregarme las cosas a mí y a otros niños, así la policía si les agarraba no les encontraban con nada; luego vendían y me daban 30 dólares, con un regalito que para un niño era bastante me gastaba en comida, dulces y ropa.
Jonatan tenía por cama las aceras del Cumandá y por cobijo la negrura y frío de la noche, pero el 29 de julio de 2009, su vida cambiaría. “Un día llegaron unas personas y me dijeron que me pueden llevar a un lugar con cama y comida caliente (Refiere al equipo de abordaje habitantes de calle, del Patronato San José) pero, en la calle uno es desconfiado y dije ¡No!; ellos no se dieron por vencidos, insistieron, volvieron, me llevaron a la Casa de la Niñez, ahí conocí a Pablo, el coordinador, él me dio ropa, cariño, lo que ni mi madre hizo. Ahí sentí que tenía familia”.
Todas sus energías estaban, en la Concentración Deportiva donde practicaba lucha olímpica, participó primero en los intercolegiales “Uhhh no había quien me gané, hasta el Mejía marchó conmigo”. Su pasión por el deporte lo llevaría a ganar medalla de bronce en los juegos nacionales, “Estaba súper metido en el deporte y de pronto aparece mi mamá me saca de aquí dijo que me iba a apoyar pero no lo hizo…” dice.
De vuelta a la calle, con 15 años, hambre y frío; la marihuana era el alivio a sus dolencias y aunque al principio se le nubló la mente, pronto necesitaría drogas más fuertes, y él sabía dónde conseguirlas; “compraba 15 dólares la coca en San Roque, ahí vendían combos, por la compra de 5 paquetes, que venían en cajas de fósforos, el brujo, te daba uno más”.
El amor tocó su corazón, se enamoró de su vecina de barrio, fue ella su motivación para dejar la calle y las drogas “Mi enamorada me dijo no lo hagas, yo te espero, ella nunca me falló, ahora ella es mi droga, ella estuvo dispuesta a que yo sea mejor persona”; entonces por su propio pie ingresó al Hogar de Vida 2. De este centro, Jonatan dice que, más que una comunidad terapéutica es su casa “Aquí me críe, aquí está lo que más necesito, aquí di un cambio de 180 grados, de ser un niño de la calle sin educación, desarrollé mis talentos”. Estudios y talentos que lo llevaron a ser el primer escolta del pabellón nacional del colegio.
Jonatan, lleva 4 años, 5 meses sin recaída alguna, con seguridad dice: “Cambio es cambio, la droga o se deja o no, no hay probaditas, yo ahora prefiero tomar coca cola”. Jonatan tiene sueños, quiere ir a la universidad, estudiar Derecho para ser Juez y defender a los desprotegidos con justicia; aunque también le atrae la Psicología para ayudar a gente que como él fue víctima de las drogas.