Un servicio que brinda esperanza: alojamiento nocturno
Es jueves, cerca de las 17:00, en el sector de la Basílica, de a poco el sol va ocultándose. En este espacio, varias personas van acercándose entre ellos, técnicos de abordaje de la Unidad Patronato Municipal San José, ellos tratan de hablar y de brindar a quienes viven en situación de calle un espacio limpio, seguro y cálido para pasar la noche.
En el grupo hay hombres y mujeres de edades indeterminadas. A todos se los ve cansados. Llevan sus pertenencias al hombro. Son mochilas en las que están sus escasas pertenencias, ropa, algunos útiles de aseo, otros tienen plásticos y cobijas.
Sergio Jurado es parte del equipo de profesionales del Patronato que realizan estos ‘abordajes’ cuenta que el tema de vivir en la calle es complejo. “Muchas personas se han acostumbrado a este estilo de vida”, a esto se suma que algunos consumen alcohol o drogas; otras simplemente están pasando por un mal momento en sus vidas. El trabajo que realiza el Patronato es integral y cuenta con varias fases que permiten a los interesados reinsertarse a la sociedad.
El ‘alojamiento nocturno’ se encuentra habilitado desde el 24 de septiembre 2020, los habitantes de calle encuentran en sus instalaciones un lugar cálido para alojarse en las noches. Cuentan, además, con alimentación, servicios de aseo y ropa limpia.
Entre los habitantes de calle que este jueves decidieron aceptar la invitación se encuentra Fausto, tiene 56, vive en la calle desde hace 5 años, comenta que los problemas con su familia lo llevaron a aislarse de ellos. Un día estaba caminando por la calle, un poco después de que empiece la pandemia, “se acercaron a mí los señores del Patronato y me invitaron a la Casa de Cultura, al albergue, dije bueno, desde allí conozco el programa”. Indica que ahora es parte del proyecto de ‘alojamiento nocturno’ allí recibe un lugar para descansar, comida y orientación.
Junto a él, se encuentra su amigo, no quiere dar su nombre, él dice que el alcohol fue su perdición, por este vicio no acudió a la defensa de su tesis, perdió empleos, amigos y familia, “ahora vivo en la calle, es muy duro, los dos nos cuidamos. Es feo dormir en portales y con la angustia de que van a venir a robarnos; eso nos pasó a mi amigo le robaron la mochila con sus cosas, salimos corriendo a pedir auxilio, pero nadie nos socorrió”. Los sueños compartidos por estos dos hombres son conseguir empleo y alquilar una habitación para vivir con dignidad y alejarse de las calles.
Una vez que asienten ir al espacio de ‘alojamiento nocturno’ las personas son trasladas a las instalaciones. Allí manteniendo la distancia, los técnicos del Patronato les toman la temperatura, les muestran las duchas, les entregan implementos de aseo y les dan ropa limpia. Cada uno, y en total privacidad, se bañan y cambian de ropa. Una vez limpios ingresan a una primera sala con sus pertenencias, allí les dan una charla sobre el uso de las instalaciones y las normas. Todos asienten. Luego se les da una ficha con un número, esto para guardar sus pertenencias en una bodega, a la mañana les son entregadas.
Una vez limpios, acuden al comedor, allí los espera una comida caliente, antes de consumirla rezan una plegaria para dar gracias por estos beneficios y pedir por encontrar un camino para cumplir sus sueños y dejar la calle.
José Carlos, tiene 22 años, es colombiano, decidió migrar para buscar nuevas oportunidades económicas y de crecimiento. Su sueño es convertirse en un empresario. “Mis metas son poder ahorrar, ponerme un negocio y tener una mejor vida, estoy acá (en el país) hace un mes y medio, desde hace una semana estoy viniendo al Patronato San José y me han recibido muy bien, nos han dado excelentes cuidados, estamos super felices. Me tocó vivir un mes en la calle, me tocó muy duro, a veces cuando llovía nos mojábamos y nos tocaba despertarnos e ir a otro lugar”.
Dice que son varias las personas que les han entregado donaciones de ropa, implementos de aseo y comida en la calle, esto les permitió sobrevivir. “Lo más difícil es el frío, estar a la intemperie, estar con el miedo de que de pronto te den un palazo, un piedrazo, algún loco o algún borracho, eso es lo más duro de estar en la calle, la inseguridad. Yo, gracias a Dios estaba con un amigo, nos cuidábamos entre los dos”. Dice sentirse más limpio, más seguro desde que asiste al servicio de alojamiento nocturno “nos sentimos más tranquilo, más en paz de Dios, nos dan comidita y damos muchas gracias, si no fuera por esto estaríamos pasando peligro en la calle”.
Durante el día, José Carlos vende café y barras de chocolate “yo guardo la platita, la ahorro y así poquito a poco poder ir montando mi negocio, para ser un empresario y ser una persona de bien, una persona con una economía alta”, dice que su familia está bien, cuando va a Pasto a comprar los productos los llama, insiste en que no tiene vicios solo las ganas de salir adelante.
El alojamiento nocturno tiene capacidad para atender a 20 personas. Abre sus puertas a las 18:00 y se extiende hasta las 07:00 de la mañana del día siguiente. Está ubicado en las calles Av. Mariscal Sucre y Hermano Miguel. El espacio cuenta con habitaciones para hombres y mujeres, posee baterías sanitarias, duchas, ubicadas en la parte exterior de las instalaciones, además, de un espacio para la recepción de los alimentos, un lugar de recreación y un comedor. Camas con almohada, sábanas y cobijas limpias.
Christian Miguel, tiene 29 años, comenzó a vivir en la calle desde el mes de junio, esto se debió a problemas familiares con su esposa, no tiene familia que lo pueda recibir. “Yo fui llevado por emergencia al centro de salud del Centro, allí me hicieron un seguimiento, me preguntaron si tengo familia… Yo hablé con una señorita y ella me habló del albergue y pedí ingresar y desde allí tuve acceso acá. Aquí me siento protegido, querido, una persona importante, que tengo que hacer valer mis derechos, con respeto. Aquí me dan el desayuno, el almuerzo, terapias de ‘reparación de daños’, salgo a buscar trabajo, me dan un lugar para dormir, champú, toalla para asearme y la merienda”.
No ha logrado conseguir un trabajo, es plomero, es oficial de construcción, es pintor “se algunas profesiones que mi papá de crianza me enseñó. Mis metas son seguir adelante, con la ayuda que el cuerpo técnico me está brindando, buscar la oportunidad de un trabajo, un futuro. Siempre he soñado con ser abogado, seguir leyes, esos han sido mis sueños”.
Es importante indicar que los Habitantes de Calle, que no están en consumo y bajo el principio de voluntariedad, ingresan al servicio previo el cumplimiento del protocolo de bioseguridad.
Karola Pazmiño, coordinadora del Proyecto Atención Habitantes de Calle, explicó que la atención que reciben es “aseo, baño, alimentación nutritiva, además de un servicio integral de parte del personal que tienen que ver con sensibilizaciones, actividades de orientación, consejería, contención, apoyo emocional. Aparte de ello está el espacio de alojamiento para que tengan una cama caliente que los pueda abrigar y puedan sentirse bien y al otro día un desayuno para que estén restablecidos y puedan hacer sus actividades”.
Indicó que existen muchas personas que están durmiendo en las calles, en portales, personas que están en situación de vulnerabilidad, ante esto y tomando en cuenta la situación mundial que se vive por el covid-19; el Municipio de Quito mediante el Patronato Municipal José decidió abrir este espacio y acoger a las personas que lo deseen. Las personas que quieren cambiar reciben un trabajo de cooperación con otras entidades, para dar un paso en su proyecto de vida.
Quienes deseen colaborar con este servicio pueden entregar sus donaciones de ropa usada en buen estado, ropa interior nueva, medias y zapatos, las que son recibidas en la ‘Casa del Hermano’, ubicada en las calles Loja y Barahona, en el bulevar 24 de Mayo, de lunes a viernes de 08:00 a 16:30.