Rumipamba aporta más datos sobre formas de vida de los antiguos habitantes de Quito

Quito, 12 de abril de 2024 (Quito Informa). – El Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) desarrolla investigaciones arqueológicas para recopilar más detalles de los antiguos habitantes de Quito, específicamente, para delimitar las áreas que ocuparon para vivienda, artesanías o actividades determinadas.

Estas investigaciones se efectúan al interior del Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamba (occidente), allí se abrió un nuevo frente para la prospección de 132 m² fraccionados en unidades de 1 m²; se buscaron vestigios y material cultural que permita establecer o corroborar información relacionada con los pueblos que habitaron la zona, durante el Periodo Formativo (3.500 – 500 a.C.).

La búsqueda está a cargo del arqueólogo Daniel Soria, quien con su equipo aplica tres herramientas tecnológicas no destructivas, que por primera vez se usan en conjunto, estas son: magnetometría, georadar y tomografía. Con estas técnicas se identificaron áreas de interés que permiten comprender la actividad humana, con resultados a diferentes profundidades y tipos de suelo.

La zona analizada corresponde a espacios que en el pasado fueron afectados por eventos naturales, como lahares y aluviones, que descendieron desde la cordillera modificando el suelo desde hace dos mil años. De ahí se recuperaron restos de material cultural y artefactos de uso cotidiano, como fragmentos de obsidiana, usada comúnmente para cortar, roer, raspar.

“Esto confirma una ocupación intensiva en la zona”, precisa el arqueólogo. Aunque no era un contexto doméstico primario, da cuenta de lo que ocurría en áreas periféricas a los asentamientos, las formas de organización, provisión de materiales, e incluso cierta abundancia de algunos de estos, pues para desecharlos se estima que debieron tener una cantidad suficiente, puntualizó.

Según estudios anteriores, la obsidiana, una variedad de vidrio volcánico, se extraía de las minas ubicadas al oriente del Distrito Metropolitano de Quito, como por ejemplo de los abrigos rocosos en Mullumica (cercana a la actual población de Pifo), y desde allí se distribuía a los distintos asentamientos como Rumipamba, Cotocollao y Tagshima, en el cerro Casitahua (sector de la actual parroquia rural de Pomasqui), para su procesamiento y uso posterior.

Desde abril, la investigación se trasladó al laboratorio, donde se procesa el material recuperado y se somete a pruebas especializadas, cuyos resultados se prevé obtener en junio.

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