Mía, el ángel de cuatro patas que transformó la vida de Maritza
17 de enero de 2025, (Quito Informa). – Cuando el cuerpo duele y el cansancio pesa, aparecen dos ojos llenos de amor incondicional, y un movimiento de cola que parece decir “estoy aquí, contigo”. Para quienes enfrentan enfermedades como la fibromialgia, esos pequeños gestos significan más de lo que las palabras podrían expresar.
Maritza Regalado padece este trastorno crónico que se caracteriza por dolor, sensibilidad, y fatiga desde el 2019 (año en que le detectaron esta enfermedad), para ella las actividades cotidianas se convirtieron en un desafío y, a pesar de contar con el apoyo familiar, la soledad se instalaba como una compañera no deseada, y con el pasar del tiempo, sus dolores desencadenaron otra enfermedad, artritis reumatoide.
En noviembre de 2024, la Unidad de Bienestar Animal (UBA) dio a conocer la historia de Mía, una canina que fue abandonada por sus tutores y estuvo encerrada en un patio, en Llano Chico al noreste de Quito.
Mía estuvo unos días en el Centro de Atención Veterinaria, Rescate y Acogida Temporal, (CAVRAT) de Calderón, donde recibió asistencia veterinaria y emocional, y cuando estuvo en condiciones óptimas de salud, la UBA dio a conocer su caso para su adopción.
Maritza cuenta que, al ver su foto en las redes sociales de la UBA, fue amor a primera vista y entendió que Mía al igual que ella necesitaba de una segunda oportunidad, por lo que la adoptó. Desde entonces se han convertido en compañeras inseparables, cuando se presenta el dolor a causa de sus enfermedades la canina está con ella.
Un perro no solo es un compañero de vida; su presencia puede brindar alivio emocional. Existen estudios que demuestran que acariciar a un canino reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y libera oxitocina (la hormona del bienestar). Su entusiasmo por la vida es contagioso, un simple acto como un paseo corto al parque puede ser una invitación a redescubrir la alegría de lo simple.
Los animales de compañía (perros y gatos) parecen comprender el lenguaje del dolor. En los gatos, por ejemplo, un ronroneo cerca del corazón, tiene un efecto terapéutico; su frecuencia vibratoria incluso ha sido vinculada con propiedades curativas, como la reducción de la ansiedad y la mejora de la relajación muscular.
Los animales de compañía no curan trastornos crónicos como la fibromialgia, pero la transforman. Su amor, libre de condiciones, tiene el poder de aliviar la carga emocional de quienes conviven con algún tipo de enfermedad. Se convierten en pequeños ángeles de cuatro patas, que nos recuerdan que el amor, en todas sus formas, tiene el poder de sanar.
Maravillosa historia y ahora Mia tiene una madre y una familia que la adoran, mi amiga cuenta con ese amor incondicional que la lleva a sacar fuerza para llevar una vida más tranquila
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