Acoso escolar: una herida silenciosa
- El objetivo es claro: crear un entorno educativo saludable, donde se priorice el bienestar emocional de cada estudiante.
Quito, (Quito Informa). – El acoso escolar, también conocido como bullying, es una realidad que afecta a miles de niñas, niños y adolescentes en edad escolar y colegial. Se trata de una forma de violencia sistemática que ocurre entre compañeros y que puede manifestarse de manera física, verbal, psicológica o incluso a través de medios digitales.
Conscientes de esta realidad, el Municipio de Quito ha priorizado la salud mental como uno de sus ejes de acción. A través de programas de prevención, encabezados por la Secretaría de Salud, se trabaja para fortalecer factores de protección emocional y reducir riesgos psicosociales. La generación de espacios de diálogo y contención emocional en las instituciones educativas permite detectar a tiempo señales de alerta y prevenir situaciones críticas, como el consumo de sustancias nocivas o intentos de suicidio.
Lo más preocupante es que cada vez se normaliza más la violencia entre estudiantes, donde algunos niños, niñas y adolescentes ejercen poder sobre otros a través del insulto, la burla, la exclusión o el golpe, en muchos casos, el aspecto físico se ha convertido en un detonante.
La Secretaria de Salud en coordinación con la secretaria de Educación, Recreación y Deporte, desarrollaron el proceso de capacitación en “ACOSO ESCOLAR” dirigido a 110 profesionales DECE, vicerrectores, inspector y equipos de salud escolar, con el objetivo de fortalecer sus capacidades como facilitadores en procesos de prevención del acoso escolar en las Unidades Educativas Municipales. Esta capacitación, realizada bajo una metodología lúdica y participativa, tuvo como finalidad asegurar la sensibilización de los profesionales de salud y educación frente al abordaje integral y oportuno de situaciones de acoso escolar, promoviendo entornos educativos seguros y comprometidos con el bienestar de niñas, niños y adolescentes.
El impacto del acoso escolar va más allá de lo visible. Las secuelas emocionales pueden ser profundas y duraderas. Los niños, niñas y adolescentes que lo sufren pueden desarrollar ansiedad, depresión, baja autoestima, aislamiento social e incluso llegar a tener pensamientos autodestructivos. La salud mental de los estudiantes se ve gravemente afectada, y muchas veces el dolor no se nota hasta que es demasiado tarde.
Por eso, es urgente y necesario hablar del tema. No basta con sancionar el maltrato, es imprescindible trabajar con toda la comunidad, docentes, padres, madres, cuidadores y adultos responsables también deben involucrarse activamente en la formación de los niños, niñas y adolescentes, enseñándoles a convivir con respeto, a aceptar las diferencias y a no participar, ni tolerar, ningún tipo de violencia. Las escuelas y colegios deben ser el espacio donde puedan aprender sin miedo, y desarrollarse plenamente tanto en lo académico como en lo emocional.
Cuidar la salud mental de nuestros niños, niñas y adolescentes no es una opción, es una responsabilidad colectiva. Si educamos en el respeto y la empatía desde temprana edad, estaremos formando no solo mejores estudiantes, sino también mejores personas.