Alejandro López, Cronista de la Ciudad: “Una ciudad sin rituales es una ciudad sin relatos”
Entrevista
Quito, (Quito Informa). – La Semana Santa representa un momento solemne para el mundo católico, una época donde la fe se expresa en múltiples manifestaciones culturales y religiosas. En Quito, esta conmemoración toma una identidad propia, marcada por procesiones multitudinarias, la tradicional fanesca, conciertos de música sacra y diversas actividades que entrelazan espiritualidad, arte, cultura y patrimonio.
Desde su rol como Cronista de la Ciudad, Alejandro López destacó las expresiones tradicionales que hacen de la Semana Santa un periodo único en la vida quiteña:
¿El Distrito Metropolitano de Quito desde la época colonial ha realizado varias actividades vinculadas a la religiosidad en Semana Santa, cuáles son?
Desde el periodo colonial, la ciudad de Quito configuró un calendario litúrgico católico, pero apropiado, resignificado y reinterpretado por la población local. Entre las actividades destacadas están el Carnaval, el Domingo de Ramos, con la bendición de palmas y ramos; el arrastre de caudas en la Catedral, una ceremonia de origen europeo que subsiste; pero también hay expresiones nuevas como la procesión de Jesús del Gran Poder.
¿Cómo la religiosidad católica ocupó u opacó las creencias de los pueblos originarios?
La evangelización fue un proceso sistemático que, desde el siglo XVI, pretendió sustituir las cosmovisiones andinas por la doctrina cristiana. Sin embargo, no fue un reemplazo absoluto, sino un proceso de transculturación: las deidades indígenas se ocultaron detrás de imágenes católicas, las huacas y cerros sagrados se transformaron en lugares de aparición mariana, y los calendarios festivos agrarios se acomodaron al ciclo litúrgico. El cristianismo se impuso como religión oficial, pero el sustrato simbólico andino permaneció latente.
¿Cómo las festividades indígenas lograron mantener su representatividad, en lo gastronómico, en lo cultural, musical?
Las culturas originarias mantuvieron vivas sus expresiones a través de canales que escapaban al control de la doctrina oficial. En lo gastronómico, la fanesca es un ejemplo claro, si bien alude a la Última Cena y a los doce apóstoles, sus ingredientes remiten a la cosmovisión y los productos agrícolas andinos.
¿Hay registros en el archivo de la ciudad sobre las principales actividades de Semana Santa que se han desarrollado en Quito?
El Archivo Metropolitano de Historia de Quito conserva múltiples registros relacionados con las celebraciones religiosas de Semana Santa desde el siglo XVII. Existen actas del Cabildo, donde se evidencias festividades religiosas. Los informes de alcaldes coloniales y de las regulaciones de las festividades sobre todo en la noche popular.
¿La Procesión de Andas en Puéllaro y la Procesión de los Diablos en La Merced son representaciones de los pueblos originarios?
Son expresiones en las que la cultura andina e ibérica se entrelazan con la liturgia católica, dando como resultado formas únicas de religiosidad popular. La Procesión de Andas en Puéllaro, donde los fieles cargan imágenes y realizan una especie de competencia simbólica de fuerza y devoción, remite a formas prehispánicas de ritual comunitario, en las que el cuerpo y el esfuerzo colectivo tienen un valor espiritual.
Por otro lado, la Procesión de los Diablos en La Merced, con personajes enmascarados, refleja un recurso de dramatización que recuerda al auto sacramental, pero también al uso ritual de la máscara en el mundo andino. En ambos casos, hay una afirmación cultural local que resiste el olvido y reinterpreta el mensaje cristiano desde claves comunitarias.
¿Por qué es importante mantener estas tradiciones y fortalecer la identidad de los pueblos?
Las tradiciones de Semana Santa no son solo prácticas religiosas, sino también formas de resistencia cultural, cohesión social e identidad colectiva. Fortalecerlas no implica anclarse en el pasado, sino darle continuidad a las formas en que una sociedad se reconoce, se narra y se reencuentra consigo misma. En tiempos de fragmentación y crisis de sentido, las celebraciones tradicionales constituyen uno de los pocos espacios donde lo colectivo cobra protagonismo. Además, son patrimonio inmaterial.
¿Por qué es necesario mantener estas celebraciones en la actualidad?
Porque una ciudad sin rituales es una ciudad sin relatos. Las celebraciones de Semana Santa no solo convocan a creyentes, estas celebraciones impactan a una gran parte de la sociedad, recordándonos que vivimos en una ciudad hecha de capas históricas, de creencias entretejidas y de expresiones compartidos. Mantenerlas es honrar la diversidad de nuestras raíces, permitir que las nuevas generaciones comprendan que Quito no nació en una sola fecha, sino que es el resultado de múltiples tradiciones, pueblos y formas de entender la vida. Además, permiten activar el turismo cultural, fomentar la investigación y generar sentido de pertenencia.