Agentes de control se jubilan
Después de años de servicio a la comunidad, merecen un descanso, por su responsabilidad, honradez y vocación; valores que permanecerán en nosotros, como legado de su profesionalismo.
Esta mañana, en las instalaciones del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano Quito, las autoridades despidieron con honores, a través de una ceremonia emotiva, al inspector Manuel Ayala, subinspector Diego Rivera y los agentes César Sandoval y Miguel López, quienes se acogen a la jubilación voluntaria. Ellos entregaron a las autoridades el uniforme color azul cardenillo que portaron por más de 35 años al servicio del Distrito Metropolitano de Quito con la misión de servicio a la comunidad, a través de sus diferentes grupos operativos.
Para Diego Rivera, quien en representación de los jubilados enfatizó que se siente orgulloso y agradecido con Dios y su familia por haberlo acompañado a lo largo de su carrera, sonrisas, llantos, frío, sol, nunca doblegaron su vocación al servicio ni el inmenso amor por la entidad, gracias a la institución obtuvieron muchos logros personales académicos y profesionales, pero lo más importante es haberse formado como seres humanos que sacrificadamente llegamos a ser guías del comportamiento ciudadano y custodios del primer patrimonio cultural de la humanidad. “ Porque a quien Dios quiso, Metrillo lo hizo”.
Por otro lado, Wilson Tualombo Ortiz, director general, manifestó que siente orgullo y felicitó a cada uno porque dejan una historia, un legado durante todo el tiempo de servicio que se han encontrado en sus filas, además indicó que no es fácil entrar por una puerta y salir por la misma pero sí se puede, su entrega y abnegación durante todos los años que sirvieron por su institución y lo que sacrificaron a lo largo de todos los años de servicio se ve reflejado hoy.
Un considerando, el banderín institucional son parte de los recuerdos que les fueron entregados por su trayectoria laboral. Junto a sus familiares recorrieron por última vez las instalaciones del cuartel que fue su segundo hogar y por muchos años los acogió; sus compañeros de trabajo que asistieron a la ceremonia, entre aplausos, les auguraron el mejor de los éxitos en su nueva vida y actividades.
“Siéntete bien, porque este momento recibirás las recompensas de todo el tiempo que dedicaste a dar lo mejor de ti por la ciudad”. Fueron las palabras con la que culminó la ceremonia.