La historia de Fernanda y el camino hacia el cuidado de su salud mental

  • En la vida, a menudo nos enfrentamos a situaciones que desafían nuestro bienestar emocional.

31 de enero de 2025 (Quito Informa). –  Para Fernanda, el detonante fue una crisis familiar inesperada que la llevó a descubrir un recurso que desconocía. Su historia es un testimonio de resiliencia, apoyo profesional y el impacto positivo de la asistencia psicológica en la calidad de vida.

Fernanda nunca pensó que necesitaría ayuda psicológica. Su rutina giraba en torno al trabajo y la responsabilidad familiar, sin darse cuenta que todo en su mundo se volvía cada vez más complicado. De casa al trabajo y los fines de semana a Otavalo, donde vive su madre afectada por una enfermedad. Su red de apoyo era limitando, no por el abandono de sus amigos/as, sino porque ella misma se aisló.

Fue gracias a un tamizaje en su trabajo, realizado por el equipo de psicólogos/as de la Secretaría de Salud del municipio, que identificó de inmediato la necesidad de apoyo psicológico.

Fui a la primera sesión, podría decirse. Fue como un desahogo, recuerda Fernanda.

Como muchas personas, pensaba que la terapia solo era necesaria para quienes atravesaban depresiones o estaba «locos». En su caso, la afectación emocional se debía a la enfermedad de su madre, algo que jamás imaginó que la impactaría tan fuerte.

Con el tiempo, Fernanda empezó a notar cambios importantes. Desde la segunda o tercera sesión, sintió que se liberaba de emociones reprimidas y comenzaba a comprenderse mejor.

Voy entendiendo cosas que en la vida van pasando, explica.

El proceso fue progresivo, con sesiones semanales que luego se fueron espaciando hasta su finalización. El impacto fue tan positivo que incluso consideró estudiar psicología como segunda carrera para ayudar a otros.

Uno de los aprendizajes más importantes que obtuvo en terapia fue el valor de poner límites. Antes, tenía «el sí fácil y el no negociable», pero con apoyo profesional aprendió a decir «no» cuando no estaba de acuerdo con algo.

Va mejorando las relaciones interpersonales en todo ámbito, ya sea familiar, amoroso o laboral, comenta.

El vínculo con su terapeuta fue esencial en su proceso. Explica que hablar con un profesional es muy distinto a conversar con un amigo/a o un familiar.

Uno se puede desahogar totalmente sin el temor de ser juzgado, dice.

En terapia, Fernanda pudo reconocer emociones que no sabía que existían en ella y aprender a manejarlas. La confianza que sintió con su psicólogo le permitió abrirse sin miedo a que su información personal fuera divulgada.

Servicios que oferta

Los servicios de salud mental de la Secretaría Metropolitana de Salud tienen la finalidad de llegar a más personas, se han implementado diversas estrategias, como:

  • Teleconsulta mediante el 101, opción 9;
  • Servicio de primeros auxilios psicológicos del ECU 911
  • Ampliación del Servicio Ambulatorio de Salud Mental en la Unidad Metropolitana de Salud Sur.
  • Además, se ha reforzado la presencia de psicólogos en unidades de salud y comunidades, asegurando que más personas tengan acceso a la ayuda que necesitan.

 ‘Escuelas Saludables’, iniciativa orientada a cuidar la salud mental de estudiantes, permite identificar el malestar psicológico en niños/as y adolescentes mediante tamizajes en unidades educativas municipales. Esto ha permitido intervenciones oportunas y la prevención de problemas más graves en el futuro.

Para Fernanda, compartir su historia es una forma de motivar a otros a buscar ayuda.

Es bonito compartir cuando uno ha salido de un proceso en el que, sin darse cuenta, estaba sumido, dice con convicción. Recomienda el servicio a quienes lo necesiten, destacando que es gratuito y accesible por distintas vías. Para mí es muy satisfactorio, concluye.

Hoy, con 42 años, Fernanda se siente liberada y con una nueva perspectiva de la vida. Su testimonio demuestra la importancia de atender nuestra salud mental de manera cotidiana. Al final, buscar ayuda no es una muestra de debilidad, sino de fortaleza.

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