Entre puntada y puntada: una historia tejida en 32 años
07 de marzo de 2025, (Quito Informa). – Mientras su mirada se fija en el ir y venir de los autos por la calle Gonzalo Zaldumbide, al norte de Quito, sus manos crean puntadas y enlazan con habilidad los hilos que dan forma a una nueva prenda de vestir. Sacos, bufandas, gorras son parte de sus creaciones, la mayoría de ellas para sus hijos Jésica, Erika, Sebastián o su esposo Rafael. Esta vez, sin embargo, será para Leonardo Benjamín, su nieto, el consentido de la casa.
Son las 07h20 y María Teresa Flores González, la Mayte, como la llaman en su trabajo, espera el bus del recorrido para dirigirse al Registro de la Propiedad. Esta es su rutina de lunes a viernes y desde hace 32 años, 20 cuando la institución era privada y 12 de ser pública y parte del Municipio de Quito.
A sus 20 años, como dicen jovencita y empezando sus estudios de administración de empresas, el 16 de junio de 1992, ingresó a trabajar en el Registro de Propiedad, cuando la institución funcionaba en la calle Piedrahita y Clemente Ponce, frente al Palacio de Justicia, en una zona con la presencia de varias notarías y oficinas de abogados. En aquel entonces se laboraba en dos jornadas, de 08h00 a 12h00 y de 14h30 a 18h00.
Su primer puesto fue en el servicio de cajas. “Por aquellos años todavía se utilizaba las máquinas de escribir y poco a poco se fue incorporando las computadoras. Se tramitaban diferentes documentos registrales, especialmente solicitudes de certificados e inscripciones de escrituras. Las temporadas de mayor demanda de documentos de la ciudadanía era antes de las vacaciones de escuelas y colegios, y a fin de año”.
El 2011 fue un año de incertidumbre para Mayte y sus compañeros de trabajo. El Registro de la Propiedad dejó de ser una institución privada para convertirse en pública, mediante resolución 017 expedida por el Alcalde de ese entonces. Esta situación le significó varios cambios de puesto por servicios ciudadanos, call center, certificaciones y finalmente archivo donde labora hasta la actualidad.
“A mis 52 años de edad, con más experiencia, las energías están presentes como el primer día de ingreso y así continuaré laborando hasta cuando me corresponda jubilarme. Yo amo al Registro de la Propiedad. Ha sido el trabajo de toda mi vida y me ha permitido educar a mis hijos, apoyar a mi esposo Rafael y sacar adelante nuestro hogar. Por estas razones la institución siempre ocupará un lugar especial en mi corazón”, dijo.
Los fines de semana, Mayte los aprovecha al máximo, entre los quehaceres domésticos, compartir con su familia, una que otra salida de paseo y su pasatiempo favorito, tejer. De tantos sacos, bufandas, gorros o chambritas que ha tejido en su casa o en los recorridos del bus rumbo al trabajo, no recuerda un número exacto de prendas, pero cada uno de sus seres queridos tiene más de una de sus creaciones.
Mayte le gana al amanecer, se levanta a las 05h00. Es el momento de preparar el desayuno y el almuerzo para sus hijos y esposo. Son las 07h20 y Mayte ya se encuentra por el colegio Don Bosco, a la espera del recorrido rumbo a su trabajo. En el bus, empieza con su pasatiempo favorito, entre puntada y puntada, a tejer sus sueños de hoy y mañana.